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lunes, octubre 15

Mi miedo: Ser parte de la Generación de los Fracasados

Miedo. Miedos.

Hay muchos y más cuando eres una persona insegura. De esas que piensan todo y no piensan nada. De las que cuando van caminando en la calle voltean incesamente hacia atrás pensando que alguien los persigue. Miedos que nunca me dejarán y que a veces fastidian mi vida como nadie tiene idea, sólo yo y mis ideas entendemos ese miedo que te recorre todo el cuerpo y se queda en tu cabeza en un estado de permanent buzz; el cual nunca te abandona, siempre lo escuchas y no te deja dormir a pesar de que el reloj marque las 5AM.

Quizás mi miedo, mi peor miedo es el de ser parte de la generación de los fracasados. Aquellos que tenían todo para triunfar y no pudieron hacer nada. Personas que gozaron de educación y de una buena vida sustenda por su familia, pero que no pudieron destacar o simplemente fracasaron haciendo alguna actividad. Todas esas personas que pretendieron vivir de lo que más les gustaba en la vida y terminaron en la calle.

Mi miedo se limita a eso, a la vida real. A la realidad, al darme cuenta que mi vida no tiene dirección ni objetivo alguno. El miedo a no responder a las expectativas, al no ser "alguien" y no corresponder al esfuerzo que ha hecho mi familia por mi. No quiero ser parte de la generación de los fracasados, la cual forma parte de la historia de la vida y existirá siempre sin importar las brechas generacionales que existan y que cada vez más separan a los seres humanos.

El miedo a ser parte de esa generación que describió alguna vez Carlos Fuentes, en Las Fronteras de Cristal. El miedo a que mi nombre pueda ser insertado en la siguiente cita del texto de Fuentes:

"[Inserte su nombre aqui], mira tu ciudad hundiéndose en el olvido de lo que fue pero sobre todo en el olvido de lo que quiso ser: no tengo derecho a nada, se dijo un día [ ], tengo que unirme al sacrificio de todos, al país sacrificado, mal gobernado, corrupto, insensible, tengo que olvidar mis ilusiones, ganar lana, socorrer a mis jefes, hacer lo que menos me humille, un trabajo honesto, un trabajo que me salve del desprecio hacia mis padres, del rencor hacia mi país, de la vergüenza de mi mismo pero también de la burla de mis amigos; llevaba años tratando de juntar cabos, tratando de olvidar las ilusiones del pasado, despojándose de las ambiciones del futuro, contagiándose de la fatalidad, defendiéndose del resentemiento, orgullosamente humillado en su tesón de salir adelante a pesar de todo: [ ], veintidos años, ilusiones perdidas..."

Inserta el nombre que quieras. Inserta tu nombre si te sientes identificado y si sientes el mismo miedo que yo. Ten miedo de que tu nombre inserte perfectamente y no puedas hacer nada al respecto....

Miedo a ser parte de la Generación de los Fracasados.
Miedo al fracaso = tres palabras. Miedo a tres palabras.

martes, octubre 9

Perspectivas

Viendo a mi generación me doy cuenta de varias cosas, para empezar, veo que parece que a ésta, la Generación Y, le importa menos y menos lo sucedido en las generaciones anteriores, que están más inmersos en sí mismos, y a la vez en el mundo virtual, algo que no entienden o que simplemente no les llama a la gente de arriba de cincuenta años.
Claro, para todo hay excepciones y, esto lo estoy poniendo desde el punto de vista que se me presenta aquí, en Estados Unidos, pero lo cierto es que en la juventud ha recaído siempre una parte de las rebeliones, una tajada de del sentir incómodo de la sociedad en turno, y que se ve exacerbado en los jóvenes, al ser precisamente eso, jóvenes, se han adaptado a los cambios en los tiempos de mejor manera, ya haya sido la revolución industrial, los movimientos radicales liberales de los sesentas, o el invanir el Nuevo Mundo hace cinco siglos, la sangre nueva siempre ha sido la que mejor se adapta. Bien para ellos.
Pero ésto deja mal parado a el grupo que le antecedió. Ése es el problema, que los que nos abrieron puertas, y pavimentaron un camino donde nosotros hacemos de nuestras vivencias una historia, quedan atrás, a veces olvidados. De niño tarataba de que mi papá jugara conmigo en el Super Nintendo, si hasta el juego que le ponía era uno de box, le encanta el box.....¿por qué no quiere jugar? Él, por su parte, cuando Yo tenía 5 años, me quería enseñar a jugar con un balero, cosa que nunca me atrajo, que nunca adopté. En los juguetes, en el entretenimiento en sí es descomunalmente obvio la brecha que tenemos hoy en día. Tus padres quizá aún véan repetidamente las pelícuals de la Época de Oro del cine Mexicano, con Cantinflas y Pedro Infante, se han de saber canciones de Chavela Vargas mientras que nosotros vemos episodios de nuestros programas favoritos en internet, esperamos el nuevo podcast de Churros y Palomitas, y nos distanciamos del mundo al utilizar los audífonos del iPod o del celular mp3.
Nada nos importa, no de manera social, global, ideológico.....Sí, hay quienes se apasionan por una causa, pero son pocos los apasionados, y las causas de hoy en día son tantas que abarcan tanto, y nada aprieta. Nada nos importa, no como en los sesenta, cuando se quería replantar la base misma de la sociedad, que la revolución era la palabra y la idea que estaba en mente de todos. Ésto era de manera intercontinental, la mantanza de estudiantes de Tlatelolco en México el 2 de Octubre de 1968 no fue un acontecimiento aislado. En Francia hubo pedos similares, en EU también se balacearon estudiantes, en una universidad. Hace unas décadas la gente moría por las causas que sostenían, quizá no a propósito, era algo que terminaba siendo consecuencia desafortunada, pero la gente sabía que era muchas veces una opción. Hoy, las consecuencias que nos afligen, es que nos quiten el internet, somos una generación que no ha padecido realmente, y que no hemos tenido que sacrificar a un grado imortante. Todas las generaciones anteriores sí, de una o de otra manera. Y éso es lo que más engrandece la brecha entre nuestra generación y las anteriores.